Día 1: Las primeras impresiones
Ya conocía el camino a Chillca. Unos días antes del trek “Camino del Apu”, tuve la posibilidad de visitar uno de los cuatro eco-lodges, y también tomé parte de una reunión con las comunidades de Chillca y Osefina.
Lo que aún no conocía por el camino era Checacupe y su iglesia. Es una iglesia antigua, con pinturas impresionantes en las paredes. El hecho de que uno podía ver las huellas del tiempo hizo que esta iglesia fuera especial para mí.
Desde Checacupe continuamos hacia Chillca, pero antes de prepararnos para la primera parte de la caminata de 5 días, el almuerzo nos esperaba en un lugar tranquilo rodeado de eucaliptos. Lo que los cocineros de Andean Lodges pueden crear en el medio de la nada es impresionante. Además del almuerzo, bebimos mucho mate de coca. Lentamente, estábamos llegando a áreas más altas. El mate de coca o masticar las hojas de coca puede disminuir el mal de altura, el cual se puede contraer a una altitud de 2,500 m. Debido a que ya había vivido en Cusco durante tres meses, a una altitud de 3.400 m, no sentí ningún síntoma del mal de altura.
Después del almuerzo seguimos adelante en el Sprinter. Bajamos por una carretera (o más un camino de grava) y la aventura empezó en ese momento.
Nuestro guía Jesús nos aseguró que el primer día era una caminata muy fácil, y Juan Carlos, el gerente de Andean Lodges, también estaba de acuerdo. Bueno, entonces yo les creí.
Al principio, pasamos un pequeño arroyo y caminamos unos metros de subida. Me di cuenta que el aire es mucho más escaso que en Cusco. Y ahí mi respiración se volvió más pesada mientras subía las escaleras.
En ese momento estábamos a unos 4,290 m, la caminata de ese día solo tenía 3,5 km de largo y era perfecta para el acceso. Después de la corta subida bajamos por el arroyo, pasando entre rocas, hacia los enormes pastizales frente al Chillca Lodge. Cuando llegamos a la zona abierta, oímos gruñidos detrás de las montañas. ¡Gruñidos fuertes, como en voz alta! La situación me parecía algo inquietante. Eventualmente, estaba vagando por el campo abierto, que estaba anegado, con bastones en las manos, óptimamente preparada para una fuerte tormenta andina. Pero yo parecía ser la única inquieta, todos los demás aún irradiaban una paz absoluta. Eso me tranquilizó y finalmente el primer albergue ya estaba a la vista. Llegamos allí, gracias a Dios con los pies secos. Pasamos la primera noche a los 4.350 m.
Para la bienvenida había un par de zapatillas de piel de cordero para cada uno, muy cómodas y cálidas, y absolutamente útiles en el piso frío.
Nos mudamos rápidamente a nuestras habitaciones, y luego nos reunimos abajo frente a la chimenea con una taza de mate de coca, mientras llovía afuera. Nuestro estado de ánimo estaba bueno y todos nos conocimos un poco más. Éramos un grupo relativamente mixto. Seis personas de Lima, el gerente de Andean Lodges (Juan Carlos), un guía turístico con sede en Cusco (Jan) y yo, una estudiante de turismo de Bremen, Alemania, con una pasión por el Perú. La pasión se fortalece, a pesar de la gira agotadora pero maravillosa.
No hay electricidad en los lodges, y para aumentar la sensación acogedora se encendieron muchas velas. Los primeros olores sabrosos salían de la cocina. Mientras estábamos cómodamente sentados frente a la chimenea y hablábamos, los muchachos de la cocina ya estaban muy ocupados. La cena estuvo deliciosa, tan buena como su aroma.
Los muchachos son realmente buenos cocineros, y debido a algunas conversaciones que tuve durante mi pasantía, sé que les encanta su trabajo y que aprecian mucho a Andean Lodges. Andean Lodges trabaja con ambas las comunidades de Chillca y Osefina, las cuales son socios de la empresa y reciben apoyo para mantener su estilo de vida tradicional. Andean Lodges les ofrece una buena capacitación, ya sea como cocineros, housekeepers (amas de llaves) o guías. Las tradiciones, tal como el pastoreo de llamas y alpacas, así como la artesanía, pueden ser preservadas por los albergues andinos. ¿Cómo es eso? Les explico esto en el transcurso de este informe.
Volvemos a la acogedora cabaña. Después de la cena nos acostamos relativamente rápido, ya que la cantidad de comida nos había dado sueño. Antes de eso, hubo un pequeño concierto de música nativa ofrecido por los comuneros.
En el dormitorio nos pusieron un trozo de chocolate en las almohadas, pero más aún … la botella de agua caliente, que calentaba la cama. La noche estuvo agradable, no tan fría como me lo imaginaba, tal vez debido al edredón súper cómodo.
Día 2: En camino a Machuracay
A las 6 en punto nos despertó el dulce canto de las muchachas. Nunca había empezado un día así; podría acostumbrarme a esto.
En el desayuno, me sentí abrumada por la selección de frutas. Aún más, había quinua realmente sabrosa y dulce.
Después del desayuno salimos afuera para tomar parte en una pequeña reunión, en la que todos nos presentamos con unas pocas frases. Después de la presentación, fuimos a ver las llamas, las cuales estaban cargadas con nuestro equipaje. Aquí vuelvo al tema de la crianza de llamas. Las llamas se han utilizado como medio de transporte en los Andes durante siglos. Pueden llevar hasta 20 kilogramos. Desafortunadamente, esta tradición está desapareciendo a pocos. Andean Lodges ayuda a mantener viva esta cultura. Así que las llamas fueron responsables por nuestro equipaje, y nosotros acabamos llevando nuestras mochilas, y eso me alegró mucho.
Antes de empezar a caminar, recibimos un lunch box preparado. La primera parte consistía en pastizales planos. Yo pensaba: «Si se mantiene así, increíble» … pero justo después de pensarlo, comenzamos el primer ascenso, y ya no estaba tan fácil. En ese momento, no deseaba nada más que poder montarme en nuestro caballo compañero y disfrutar del paisaje sin tener que caminar. Pero no lo hice debido a mi pequeño espíritu de lucha. Además, la increíble vista me dio la motivación para continuar sola. ¿Mi grupo? Me pasó alegremente hablando. ¿Yo? No estaba tan alegre en este momento. Fue muy difícil para mí seguir cuesta arriba. El señor montado a caballo que iba detrás de mí, llamado Victor, tenía infinita paciencia, era el último de la fila, para que nadie se perdiera. Esa, en todo caso, hubiera sido yo. Amablemente, él me preguntó si podía llevarme la mochila, pero mi orgullo era demasiado y me rehusé.
Finalmente, vi la cabaña, casa de un comunero de Chillca, donde almorzamos. Yo estaba feliz por recibir un estímulo en forma de un almuerzo muy sabroso. Comenzó a granizar, por supuesto, antes de que pudiera llegar a la cabaña. Y no me importó. En la cabaña los demás me saludaron alegremente. Ya estaba tan agotada que disfruté tranquilamente de mi comida.
Después del almuerzo continuamos nuestro camino. Mientras tanto, no caía más granizo, pero el sol se ocultó detrás de las nubes, por lo que el blanco grisáceo de las nubes se fusionó con la nieve de las montañas y la vista se ensombreció. La segunda parte al segundo albergue, el Machuracay Lodge a 4,815 m, fue una caminata fácil. Pero en ese momento tuve que luchar de nuevo. Juan Carlos caminaba pacientemente frente a mí, mientras yo ponía un pie frente al otro. Me sentía como si tuviera 90 años. En algún momento, él se dio la vuelta y me dijo que ahora llegaba la peor parte. Bien, estaba a punto de renunciar cuando de pronto vi el Lodge detrás de él. De repente, un pie se colocaba automáticamente frente al otro y finalmente tuve la mente clara para poder admirar el hermoso paisaje del Ausangate. El albergue fue construido justo a sus faldas.
Así que pude caminar los últimos metros con una sonrisa. Lo hice, estaba contenta conmigo misma.
Después de una ducha caliente, todos bajaron a sentarse frente a la chimenea con su mate de coca en mano. Estaba muy acogedor. Poco a poco las nubes se despejaron, un momento perfecto para la puesta del sol. Visto a lo alto, estuvo tan hermoso, con llamas y caballos en primer plano frente a las majestuosas montañas de los Andes.
Día 3: El Paso Palomani, una experiencia única
A la mañana siguiente, participamos en una ceremonia. Le agradecimos a la sagrada montaña del Ausangate. Estuvo muy interesante para mí, que ya he estado cuatro veces en Perú, pero nunca tuve la oportunidad de tomar parte de una ceremonia. Preparamos un altar de diferentes cereales, hablamos con el Apu Ausangate. Luego el altar se encendió.
Después, debíamos llegar al punto más alto de todo el recorrido, el abra Paso Palomani, que está a 5.100 m. Esta sección del camino tenía «solo» 1,3 km de largo, con 300 m de diferencia de altitud; pero bien, el aire es muy escaso allí.
Entonces comencé a sentirme muy motivada. De verdad. Mientras tanto, realmente quería terminar la caminata sin ayuda.
Los chefs, los pastores de las llamas y las muchachas de la limpieza (amas de llave) limpiaron el lodge mientras caminábamos lentamente hacia el abra. Aproximadamente la mitad de mi grupo había desaparecido de vista. Los comuneros andaban felices a mi lado, y yo jadeaba, de nuevo buscando aire. Como siempre, Juan Carlos y Víctor con su caballo pacientemente me acompañaban, y fueron capaces de aprender algunas palabras de alemán, que yo balbuceé para equilibrar el esfuerzo. Bueno, en algún momento alcanzamos los 5.100 m, y fui recibida por mi grupo y por un paisaje que me motivó mucho. Fue muy lindo saber que no estaba sola.
Dejé todo como estaba, dejé caer mi mochila y disfruté de esta increíble vista en silencio, junto con los demás. Por un lado, el glaciar Ausangate, por otro lado, un valle que brillaba de distintos colores. Montañas rojas, un lago glacial de color azul hielo y una cuesta coronada de nieve. Increíble. Cada metro de la caminata hasta allí valió la pena. Y aún más, lo hice sin la ayuda de montar a caballo.
Pero a medida que uno sube cuesta arriba, más rápido se baja cuesta abajo. En aproximadamente una hora logramos volver a los 4.650 m. Pasamos el lago glaciar, entre rebaños de alpacas y subimos nuevamente cuesta arriba. Realmente, la subida estuvo suave, pero de todos modos estaba cansada y empecé a tener hambre. Pero debido al paisaje increíble, esto no fue ningún problema en absoluto. Caminamos a través de tímidos rebaños de alpacas, subiendo por la montaña verde y rojiza. A pesar de que el corazón casi me saltaba del pecho por la altitud, sí, la vista del valle me aumentaba los latidos.
Después de alrededor de hora y media llegamos al lugar de nuestro almuerzo. Los muchachos habían armado una carpa, a la cual nos escapamos al ver las enormes nubes grises oscuras que se acercaban de detrás de los picos. Pero la breve lluvia terminó rápidamente, mientras disfrutamos de nuestro delicioso almuerzo.
Desde allí pudimos ver el tercer Lodge a la distancia. El Anantapata Lodge, ubicado a 4,750 m, es muy especial para Andean Lodges. No es solo que la construcción distinta es especial. Anantapata fue financiado por Chillca y demuestra que la gente local desea compartir sus paisajes con los huéspedes de Andean Lodges. Además, presentan su tierra natal con mucho orgullo.
Después del almuerzo en Anantapata, la última sección de caminata fue por una planicie llana. O como decían, era andino-plana. Eso significa que no era tan plana. Así que una vez más fui la última en llegar al Lodge. Sin embargo, caminé contenta entre las alpacas por el prado verde. Tuve que sonreír un poco al ver el aspecto esponjoso de los animales. Para identificarlas, tenían un mechón azul en la cara, así que parecían alpacas punks.
La chimenea cálida y una cerveza fría ya estaban esperándonos en Anantapata. ¡Absolutamente increíble! Cuando nos convidaron un gran pocillo de palomitas, todos estuvimos absolutamente felices. Hablábamos, jugábamos backgammon y mirábamos pensativos la fogata en la chimenea. No tengo idea de lo que pensaban los demás, pero aun así yo estaba feliz. Feliz conmigo misma, con el trek, con la increíble oportunidad. Todo estaba perfecto.
Esa noche fue la primera noche que sentí frío. Me acosté con mi sombrero y me agarré de mi botella de agua caliente. Pero aun así, la noche estuvo acogedora debido a las cómodas camas y edredones gruesos.
Día 4: Un impresionante amanecer y el colorido Vinicunca
Al cuarto día, el despertar fue a las 4 am, escuchando las entrañables voces de las chicas. Hoy queríamos empezar temprano. No queríamos llegar a Vinicunca (la montaña de colores) junto con todos los turistas del día. Tomamos un desayuno rápido, sabroso y vigorizante, y partimos de Anantapata alrededor de las 5.
La luz de la luna estaba tan brillante que ni siquiera necesitábamos linternas. La experiencia valió la pena. El ascenso al abra Warmisaya fue bastante pesado. Era realmente empinado y estaba pensando en nieve y en esquiar para poder disfrutar de esta hermosa montaña imaginando esquiar hacia abajo. Pero subir a pie también fue una experiencia realmente agradable y especial. Hoy no fue tan fácil dejarme atrás. Estaba motivada por el amanecer. Quería llegar al abra antes de que el sol saliera del todo. Y casi lo logré. Jadeando por el poco aire, me quedé allí a los 4.985 m y observé cómo el sol vaciaba la niebla del valle. Como si eso no fuera lo suficientemente mágico, dos caballos estaban en primer plano. Perfecto para buenas fotos.
Cuando salió el sol por completo, comenzamos el descenso, no podía ser de otra manera, antes de tener que subir nuevamente para llegar a Vinicunca. Pero, de todos modos, mi motivación era enorme, por un lado, porque el amanecer todavía estaba fascinante y, por otro lado, realmente no quería ver a todos los turistas en Vinicunca. Casi lo logramos.
Había solo unas pocas personas tan locas como nosotros, quienes andaron el camino a Vinicunca muy temprano. Exactamente así quería ver la montaña colorida, con solo unas pocas personas y vicuñas, las cuales huyeron de allí hacia el valle antes de que llegaran todos los turistas del día. Tomamos un pequeño descanso para tomar fotos y disfrutar del increíble paisaje, y seguimos al valle rojo. Tomamos otro breve descanso en Pururauccas, lugar incrustado por formaciones rocosas que evocan rostros. Desde allí caminamos por el valle rojo, donde tomamos un segundo desayuno alrededor de las 10:30. Todos nos relajamos durante un rato al sol antes de andar la última parte del trek del día hasta el último lodge. Huampococha está a 4,800 m, cerca de una laguna. Este destino superó a todos los lugares anteriores. No me imaginaba que eso fuera posible.
Mientras que de nuevo estábamos sentados frente a la chimenea jugando Jenga, comenzó a nevar. Para mí, era el ambiente perfecto, lo que me llevó una vez más a mis pensamientos. Estaba triste porque teníamos nuestra última noche en este increíble mundo de montañas. El trek es abrumador, y una vez más reconocí por qué me fascina el Perú. Para la cena, los cocineros prepararon un buffet muy bueno y muy sabroso, servido con vino tinto de Perú. La última noche perfecta.
Día 5: Las mujeres de Osefina
La mañana siguiente, llegó la hora de nuestra partida. Hicimos nuestro último ascenso hacia un abra. Esta vez, no fue tan pesado subir como lo fue al principio. Cuando llegamos al abra, todos disfrutaron de las últimas vistas antes de nostálgicamente emprender el descenso. Desde allí, caminamos de nuevo entre rebaños de alpacas, hasta llegar a donde estaban las señoras tejedoras de Osefina. Estas mujeres viven de su artesanía tradicional. Nos explicaron cómo tiñen y procesan los tejidos. Tuvimos la oportunidad de ver cómo se crean estos maravillosos tejidos, y pudimos comprar estos artículos únicos directamente de las damas. Este es otro esfuerzo de preservación de una antigua tradición que es apoyada por Andean Lodges. Después que todos compramos un pequeño recuerdo, bajamos a disfrutar nuestro almuerzo final. La despedida fue al lado de un hermoso río, rodeados de eucaliptos.
Durante todo el viaje, como huéspedes de Andean Lodges, vimos que los valores y la cultura de los lugareños eran valorados y protegidos. Para Andean Lodges es realmente importante que los comuneros reciban una buena educación y capacitación, sin que esto afecte o cambie su forma de vida tradicional. Estuvimos acompañados durante los 5 días por un equipo enteramente motivado y profesional, todos pudieron sentirlo, y eso hizo que esta experiencia inolvidable fuera aún más memorable.
Con añoranza, subimos al vehiculo, ya que nadie quería dejar este maravilloso lugar. El regreso a Cusco fue relativamente tranquilo, y probablemente, todos estábamos perdidos en nuestros recuerdos de esta inolvidable caminata.
Por Lisa Wehmeyer
Bremen, Junio de 2018
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